Reflexiones sobre la Transformación Educativa en la coyuntura actual
Después de casi dos años de implementada la transformación educativa, se visualiza la creciente tendencia hacia el verticalismo y el autoritarismo, con un notable recorte acumulado en los últimos 4 años (2020 - 2023) sobre ANEP y UDELAR de 315 millones de dolares. Esta disminución de recursos afecta tanto a los estudiantes como a las condiciones de trabajo de las y los trabajadores. Las modificaciones apresuradas en reglamentos y criterios de evaluación, que cambian casi a diario, se realizan sin la participación del colectivo docente, dejando claro que el único objetivo de esta administración es ajustar las estadísticas para justificar su reforma.
La transformación ha instaurado una política de persecución sistemática hacia docentes y trabajadores de la educación. Se han creado cargos de inspectores, mentores y coordinadores, quienes, respaldados por el director general, se enfocan exclusivamente en perseguir y controlar a los docentes. Esta combinación de vigilancia constante y prepotencia solo complica nuestra labor diaria y deja claro que el verdadero objetivo es someter a quienes estamos comprometidos con la educación.
Este entorno hostil, donde cualquier conflicto, por pequeño que sea, se convierte en motivo de denuncia, censura o investigación, se agrava con la carga administrativa excesiva. La burocracia convierte a los docentes en meros aplicadores de planillas, multiplicando las tareas administrativas que no redundan en mejores aprendizajes, desviando la atención de lo pedagógico, que es lo verdaderamente importante.
Mientras crecen la inseguridad alimentaria y la pobreza, el modelo de desigualdad se profundiza. En estos años, hemos observado un ajuste brutal contra los derechos de las y los trabajadores y una política antisindical que persigue la militancia. Nuestra lucha debe centrarse en combatir estas prácticas y políticas, abordando el proceso en su totalidad en lugar de limitarnos a disputas internas.
La reforma en ciclo básico ha sido particularmente agresiva y la reforma en bachillerato sigue un patrón similar. Aunque algunos cambios en asignaturas representan ajustes menores, otros implican modificaciones profundas, sobre todo en lo que tiene que ver con el perfil técnico tecnológico de nuestra UTU. Además, la reducción mediante la fusión de las orientaciones de bachillerato de 26 a 12, junto con la permisividad del REEMS y la inclusión de contenidos de los "cursos Ceibal" y competencias como el "emprendedurismo", confirma la tendencia hacia una educación cada vez más alineada con los intereses del mercado laboral, en lugar de estar enfocado a qué país productivo queremos como sociedad y cuál es el sentido que queremos para la Educación. .
Nos oponemos firmemente a este modelo de educación. La educación debe ser pública y estatal, con condiciones dignas para los hijos de las y los trabajadores. Debe ser integral, promoviendo la individualidad y la diversidad, pero garantizando la igualdad social. Debe estar liderada por profesionales que fomenten el pensamiento crítico y creativo, y no convertirse en un negocio. La educación debe promover la cooperación y la solidaridad, estableciendo lazos con la comunidad y la región, y no considerar a los estudiantes como productos del mercado.
Rechazamos el modelo servil promovido por la reforma y reivindicamos la democratización del conocimiento y el aprendizaje como medios para la toma de conciencia y la transformación social. Defendemos los principios del primer Congreso de Educación Maestro Julio Castro y exigimos la elaboración de un plan nacional de educación a través del diálogo social.
Es crucial oponerse a la injerencia de organismos internacionales de crédito que promueven modelos mercantilistas (OCDE, BM, FMI, etc.), que impulsan políticas neoliberales y privatizan la educación. Exigimos la derogación de la LUC en lo relativo a la educación, para retornar a los consejos y profundizar en la gobernanza, garantizando la libertad de cátedra y eliminando la discrecionalidad de las direcciones escolares. También requerimos la elaboración de un plan de trabajo en el marco de la CSEU para presentar una propuesta alternativa.
La reforma educativa en nuestra UTU está rompiendo duplas de trabajo, fusionando grupos, masificando cursos y precarizando las condiciones laborales, pauperizando los contenidos.
Rechazamos enfáticamente esta reforma, que recorta derechos, contenidos y presupuesto, perjudicando a la educación pública estatal y a la UTU en particular. La UTU debe seguir siendo un espacio formativo y no reducirse a una mera adaptación al mercado laboral.
Como sindicato, es fundamental conformar una comisión para elaborar políticas educativas que reflejen nuestras posturas y acercarnos a materializar la UTU que queremos.
Las autoridades buscan mejorar los números de aprobación y culminación de ciclos sin considerar los aprendizajes reales, demostrando que su objetivo es cumplir con las cifras exigidas por organismos internacionales para acceder a sus préstamos.
Una verdadera transformación educativa requiere presupuesto para mejorar las estructuras laborales, edilicias y materiales. El recorte presupuestal revela que esta reforma no prioriza al estudiante como se dice en la teoría, sino que se enfoca en el ahorro estipulado por el gobierno para todas las actividades sociales y populares.
Reivindicamos la formación técnica, tecnológica, artística y agraria, que forma parte de la filosofía Figariana, promoviendo una praxis pedagógica integral.
Entendemos que la manera de construir una sociedad más equitativa es fortaleciendo nuestro sindicato para defender la educación pública estatal y los derechos de las y los trabajadores. Nuestra lucha es por una educación para todas y todos los hijos de los trabajadores, que sirva como pilar fundamental para construir una sociedad más justa.
¡Viva la educación pública!